Claudia Suárez

Claudia Suárez (Almonte, Huelva – 1995)

BIOGRAFÍA

Graduada en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, sus obras nos muestran escenas veraniegas que nos transportan a un lugar calmado y lúdico, casi escenográfico, con una temporalidad marcada por el ocio, el cansancio y el absurdo, que nos permiten dirigir nuestra mirada hacia lo nimio. Escenas de la cultura popular y del imaginario andaluz que se repiten año tras año en las costas, piscinas y pozas de nuestra comunidad. Ella juega a crear escenografías haciendo que los personajes que aparecen en sus pinturas posen, se disfracen o enmascaren para fotografiarlos durante sus vacaciones y, posteriormente, pintarlos.

La playa, la piscina, el verano: esos son los temas de los que habla en sus obras, aunque es precisamente valiéndose de ellos como consigue hablar de lo que realmente le interesa. Su obra suele mostrar escenas que parecen sacadas de un film sobre las vacaciones de verano, donde los protagonistas disfrutan plácidamente de su tiempo de descanso y se divierten relajadamente. Lo nimio e irrelevante son puestos en el punto de mira como aquello de lo que se vale el presente para hacernos parar alejándonos de los ritmos acelerados de la sociedad del trabajo.

Su trabajo nos trae el intervalo, aquel lugar entre lugares, aquel tiempo entre temporalidades que se muestra permeable y abierto. También trae sosiego y juego, de la mano de su proceso de observación de las relaciones humanas y las escenas que estas conforman. Su actitud contemplativa, sus maneras de hacer y su propio proceso de trabajo nos hacen reflexionar sobre la prueba y error, lugar de experimentación por excelencia que provee de un conocimiento basado en la práctica. Se piensa también con las manos como afirma Richard Sennet en su célebre libro El artesano. Ella lo pone en práctica brindándonos este maravilloso archivo suyo sobre el ocio y lo lúdico que, sin duda, logra hacernos parar a contemplar lo que solemos considerar irrelevante.

Instagram – ©clauddiasuarez

Claudia nos cuenta de su obra

Las horas más felices son las que no se recuerdan es una pieza pictórica compuesta por doce pliegos en los que se representa una secuencia del vaivén de una ola en la orilla. El movimiento que genera la marea en Isla Canela hace referencia al fenómeno que se da en esta playa en particular, una playa en la que aparece y desaparece todo un mar de islas. Como escribe el poeta Eladio Orta en La isla de las Retamas “La Isla en el mapa es muy pequeña, pero cuando entras en ella las dimensiones se agrandan y los límites se vuelven invisibles”.

Esta obra nos trae el intervalo, aquel lugar entre lugares, aquel tiempo entre temporalidades que se muestra permeable y abierto. También aporta sosiego y juego, de la mano del proceso de observación de las relaciones humanas y las escenas que estas conforman. La actitud contemplativa nos hace reflexionar sobre la prueba y error, lugar de experimentación por excelencia que provee de un conocimiento basado en la práctica. Se piensa también con las manos como afirma Richard Sennet en su célebre libro El artesano. La obra nos brinda un archivo sobre el ocio y lo lúdico que, sin duda, logra hacernos parar a contemplar lo que solemos considerar irrelevante. Además, la obra introduce imágenes basadas en la prosa de Eladio, algunas son escenas de naranjas que en días de tormenta se caen del naranjo y bajan flotando por el Guadiana; otras hablan sobre personajes que inventan juegos y se disfrazan, seres inspirados en la fuerza artística que tiene la cultura popular onubense.

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